William Castillo se fue diluyendo en el aire #Perfil


 

Burócrata de oficio, chavista por intereses personales, radicalizó sus posiciones para asumir la bota como guía. El director de Conatel con las botas puestas, defiende el llamado proceso con posiciones que preocupan

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Conatel | William Castillo

Comprometido pero no dogmático, izquierdista pero libre de militancia partidista, crítico dentro de los predios discursivos de la amplitud, su historia política traza una trayectoria por el carril del centro hasta que, chirriante el frenazo, irrumpe Chávez en la escena con sus cantos de sirenas y su extremismo ramplón.

Sin un trámite o protocolo que deje constancia, sin una exposición de motivos, sin perder tiempo, William Castillo «se fue diluyendo» en el rojo de la bandera que enarbolaba el golpista que hechizaría con su mochila repleta de consignas polarizadas y la oferta del borrón y cuenta nueva -en realidad, cuenta peor-, según evoca el exgobernador de Aragua Carlos Tablante (como también le ocurriría a Didalco Bolívar, su sucesor en el poder regional, entonces ambos del MAS y con quien se queda Castillo). «Claro que hubiera sido enriquecedor propiciar un debate pero lo que ocurrió fue una ruptura.

El MAS se fracturó en dos, y los que no apoyábamos a Chávez éramos los del MAS Menos. Claro, esto cambió…».

Introvertido y sarcástico, William Castillo no había terminado la tesis de grado que lo acreditaría como Licenciado en Comunicación Social cuando comienza a trabajar como Director de Comunicaciones en el gabinete del primer gobernador aragüeño elegido por voto popular. «Fuerza Aragua era un concepto que pretendía, en favor del desarrollo, convocar a todos los sectores desde la pluralidad; impulsando ese proyecto conocí a William, entonces era un activista de un movimiento por la paz. Luego de trabajar en la gobernación, fundó una empresa de comunicaciones, Locreativo; podría decirse que era un progresista que toleraba el punto de vista liberal», añade Tablante.

El arribo de la revolución fue asumido más que como dilema como el último tren. Entonces, con desespero, medio país y medio MAS ­»Chávez quería que el partido se radicalizara, vaya contradicción, el MAS nace para salirle al paso a la izquierda conservadora y totalitaria, al comunismo… ¿cómo podría retomar aquello con lo que nunca convino?», acota Tablante- se embarcaría en el despropósito.

William Castillo, con las botas puestas, defiende el llamado proceso con posiciones que preocupan: según cifras de Ipys Venezuela, desde que llegó a la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), en febrero de 2014, y hasta julio de 2015, se contabilizan al menos 20 violaciones a la libertad de prensa hechas por él mismo.

En la ahora oficialmente desdeñada UCV daría sus pinitos políticos.

Luego de integrarse a la singular Plancha 80, irreverente y contestataria ­algunos compañeros se deslindaron de la causa de la dictadura del proletariado por engañosa y empobrecedora, otros se hicieron eco de sus consignas y se volvieron más radicales, verbigracia, Juan Barreto- se alza como presidente del centro de estudiantes de la Escuela de Comunicación Social. «William sigue siendo mi amigo aunque ahora tengamos puntos de vista distintos.

Antes coincidíamos en el centro político, ya no, yo creo en la democracia, no soy militarista, y entiendo que la justicia social y la causa de los derechos humanos no le pertenecen a un grupo político en exclusividad», anota apostando a la conciliación Bernardo Rotundo, quien fuera parte de ese movimiento estudiantil.

En la burocracia desde los años 90, William Castillo asume su papel con sentido de gran ojo.

Recientemente denunció a través de twitter al chef Sumito Estévez porque a su juicio violó el artículo 10 de la Constitución, al utilizar en el logo del programa que conduce en televisión por cable el mapa de Venezuela sin el Esequibo y 7 estrellas.

Se batió con el periodista y bloguero Luis Carlos Díaz que escribió sobre el operativo de balas y razzia de la Cota 905 así: «Militares que se enfrentan a delincuentes armados por los militares» y añadiría: «Cada vez que el casquillo de una bala del hampa dice Cavim, como ha reseñado la PNB, se ve el descontrol», Castillo lo conminará enseguida a presentar pruebas en la Fiscalía.

«Castillo cultiva la suspicacia», desliza desde el anonimato un excompañero de trabajo que recuerda haberlo visto jugar golf en exclusivos clubes maracayeros, «y no le rehúye a la camorra».

Con la paz o no, el exdirector de TVES, surgida sobre la usurpación infringida a RCTV, negó ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU que hubiera censura y bloqueo a medios de comunicación en Venezuela: «Conatel no ha cerrado ningún medio». No habló de las más de 1.000 páginas webs bloqueadas dentro del territorio. Sin hacer mención a la hegemonía comunicacional y a las 34 emisoras de radio del espectro compradas bajo presión, sin comentar los tantos juicios contra El Nacional y TalCual o el bloqueo publicitario, de la falta de papel sí hizo mención: «El problema radica en que algunos periódicos privados compraban más papel del que necesitaban y lo vendían en divisas a pequeños medios, obligándolos a depositar sus pagos en cuentas en el extranjeros».

La realidad será influenciada en su ojo por la hipérbole: «Siempre estaremos pendientes cuando pueda haber un exceso de un funcionario en una medida, pero como las telecomunicaciones en Venezuela son un servicio público (…) no como en países neoliberales, quien usa el espacio radioeléctrico tiene responsabilidad ulterior; pero hay prohibición de censura».

Y añadirá que cuando los tribunales han ordenado el bloqueo de algunos portales es por su promoción al magnicidio.

Expresidente de Venezolana de Televisión (VTV), exdirector general de la Oficina de Secretaría del Ministerio de Finanzas en la gestión de Tobías Nóbregas, exdirector general de información del CNE y exviceministro para el Área de Televisión del Minci, también la emprendió contra César Miguel Rondón a quien le reclamó el no haberse batido con el entrevistado colombiano que disertó sobre los problemas venezolanos, sin que Rondón, «poco patriota ¡y extranjero!», lo atajara. Cuando la colega Laura Weffer se lo topó días atrás en Colombia ella iba al encuentro de Nuevo Periodismo en Cartagena- lo increpó.

«Ustedes también nos tratan duro», confesó su revancha el niño.

 

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